La historia de la tribu del tiempo
Agustín Pedrote Aznar
Sólo cuatro chicos habían llegado a la edad de conocer el gran secreto. En sus caras se podía apreciar lo que sentían. Sólo uno de ellos realmente quería seguir con esto, los otros ya habían sido influidos por el mundo y no querían continuar con el antiguo modo de vivir que heredaron de los viejos… Dos de ellos eran universitarios, uno… ¿cómo decirlo…? un delincuente, aunque muy capaz, y el cuarto era un defensor de los derechos humanos, activista y un tanto consentido por los abuelos que lo criaron al morir su familia; sólo tenían algo en común… Todos tenían curiosidad por el gran secreto, ése del que todos hablaban, pero nadie decía qué era. No cruzaron palabra entre ellos, aun cuando casi esperaron seis horas en ese pequeño cuarto de la cabaña de los ancianos.
La puerta se abrió y dos ancianos se sentaron en la mesa. Los cuatro muchachos tomaron enseguida los lugares restantes sin emitir palabras.
Ned: Cada vez son menos de ustedes los que vienen; los jóvenes han olvidado.
Sato: Con cuatro es suficiente, es más, con uno es suficiente.
Ned: es cierto (su vista penetró a cada uno de los jóvenes). ¿Saben por qué vinieron?
Dana: Al parecer a perder el tiempo.
Ned: Más bien a todo lo contrario. Vienen a saber sobre el secreto, y sí, es sobre el tiempo, es sobre todo el tiempo.
Goo: Está bien, anciano, háblanos del secreto.
Ned: Primero han de prometer que después de esta semana no dirán esto a nadie que no hubiera ya pasado por esta sala. Es importante que sólo aquellos que han llegado a la edad sepan de qué se trata.
El juramento empezó. Cada uno dijo en voz alta su compromiso personal, empeñó su honor y la tradición familiar. Los rostros que habían llegado rudos y tensos, se habían relajado. La habitación se había llenado de olores a la infancia de cada uno de ellos, olores que no se encuentran en la universidad.
Sato: Hace muchos años, nosotros nos sentamos en sus lugares. Fue muy bello, y ¿saben algo?, ese instante sigue aquí.
Ned: ¿Saben lo que es el tiempo?
Jariel: Es un cúmulo de instantes y vivencias, o algo así.
Ned: No siempre. El tiempo es una línea que se escribe todos los días, es un proceso que avanza, es un cambio.
Goo: ¿Ése es el secreto?, ¿tenernos horas aquí y luego decirnos poemas?
Ned: Pronto conocerás otro modo del tiempo.
Tummy: Sí, tiempo digital, viejo, o tiempo análogo, pero tu tiempo es de manecillas… ¡jajá!
Ned: Y qué tal viajar en el tiempo.
Jariel: Eso no existe, viejo… Yo lo estudio y eso aún no se puede.
Sato: ¡Nosotros podemos!
Los chicos quedaron en silencio. No entendían si era una burla o los dos viejos habían perdido el juicio.
Ned: Comencemos. Esto es tan sencillo que por eso la ciencia no lo ha encontrado.
Los ancianos comenzaron a pedirles que recordaran cosas y momentos agradables de su infancia, de su juventud, después, olores, sabores, frases…
Mael: Recordar no es viajar en el tiempo.
Ned: Así se empieza. Pronto tus recuerdos empezarán a transformarse. Estarás dentro de ellos, vivirás cosas que no aparecían en tu memoria, llegarás a sentir las caricias, a saborear y oler, a estar en ese momento y vivirlo de nuevo.
Goo: Y que más… El secreto es que podemos recordar lo que ya vivimos… Eso es un fraude.
Ned: No, el secreto lo tienen que encontrar ustedes. El secreto es encontrar el secreto. Aún no lo pueden entender.
Tummy: ¿Qué sigue? Esto me parece tonto.
Sato: Durante la siguiente semana, cada uno tomará una de las pequeñas cabañas que están enfrente, y comenzarán a recordar su vida, sin preocuparse de nada. Serán alimentados, tendrán todo a su alcance, pero tienen que comenzar por ser más objetivos con lo que estamos hablando. Cada tarde nos reuniremos a hablar y aclararemos sus dudas.
La tarde terminó y se hizo de noche. Poco a poco todos fueron integrándose en lo que les parecía un juego.
Sato: Sólo unos pocos conocen el verdadero secreto. Me gustaría que alguno de ustedes lo logre.
Ned: Al llegar a sus habitaciones, comiencen a recordar. Comiencen a vivir el pasado, pero no se aten a él.
Durante la noche, todos comenzaron a recordar en sus habitaciones. Algunos se durmieron rápido. Tummy no podía recordar nada, pero Jariel empezó a recordar cosas, cosas que quería olvidar, cosas bochornosas, momentos que le dieron pena.
Ned: Despierten. Ya amaneció y ninguno de ustedes ha recordado siquiera de que hablamos ayer.
Sato: Vamos, es hora de empezar. ¿Qué les gustaría desayunar?
Tummy: Huevos con tocino.
Sato: ¿Cómo los hacía mama?
Tummy: Sí.
Sato: Ése es tu mejor recuerdo. ¿Acaso puedes olerlo cuando lo piensas?
Tummy: No.
Sato: Entonces no comas nada hasta que los olores te llenen.
Ned: ¿Alguien tiene otra idea para el desayuno?
Goo: Yo anoche no olí, pero si sentí… sentí el impacto de cuando me estrellé en la moto; pensé que estaba dormido pero al abrir los ojos tenía fuertes dolores.
Ned: Al viajar en el tiempo no todo es bello. Algunas veces desearán no haber llegado a ese capitulo de sus vidas, pero seguro los hará mejores.
Durante los primeros tres días los muchachos permanecieron en las cabañas. Compartían los alimentos con los ancianos, y hacían preguntas. En ocasiones comentaron entre ellos que estaban comenzando a vivir realmente los eventos que recordaban; y en la comida del cuarto día un cambio llegó a la plática.
Goo: Toda la mañana viajé a mi escuela… Jajajá, en realidad no viajé. Me acordé de ella y…
Ned: En realidad sí viajaste… viajaste en el tiempo para recordar ese momento.
Jariel: ¿Y al futuro, se puede viajar a futuro? Eso sí sería un viaje, o ¿qué tal? al pasado antes de que naciéramos, a los tiempos de ustedes.
Ned: La mitad del secreto es tuya hoy. Al pasado, a mi pasado sí puedes viajar; a través de mis relatos, en la medida en que yo te los cuente y tú los vivas, podrás estar en el pasado, podrás estar en el arca con Noé, si tu imaginación te lo permite, si eres capaz de recrear lo que ha acontecido, pero siempre y cuando respetes lo escrito o lo narrado, sin cambiar una tilde entre el testimonio y tu vivencia.
Jariel: ¿Y al futuro? No me has contestado…
Ned: Esa respuesta es el secreto, yo no puedo decírtelo, tú tendrás que averiguarlo, tú solo.
Esa noche ninguno durmió. Todos tenían la misma duda: ¿se puede de verdad viajar en el tiempo? Hasta ese momento todo había sido un juego de recordar, en momentos agradable, en otros triste. Ya muy tarde, comenzaron a caer dormidos. Goo tenía pesadillas, los demás dormían sin soñar; quizás tanto pensar los había agotado.
Goo: ¡No se mueran…! ¡No se mueran! Yo los ayudo. ¡No, no, salta!
Sato: Despierta, Goo. Estás soñando.
Todos llegaron corriendo a la cabaña de Goo.
Ned: ¿Qué pasó?
Sato: Goo comenzó a gritar dormido.
Goo: Creo que lo logré… Viajé al futuro, vi un accidente. Sé dónde va a ser.
Ned: Relájate, duérmete. Eso no ha de pasar.
Goo: Pero viajé al futuro. Me concentré y llegué allá.
Ned: Duerme; eso no ha de pasar.
Mael: ¿Que no lo estás escuchando? Vio el futuro: él sabe lo que va a ocurrir.
Ned: Está bien. Si no tiene sueño, hablemos de esto.
Goo: Lo vi todo. Era un coche grande, se volcó en la carretera y una niña salió ilesa; el coche explotó atrás de ella y yo le pedí que saltara y salvé su vida.
Ned: ¿Sabes? Todo lo que viste tiene las mismas posibilidades de ocurrir que cualquier otra cosa. Si yo sueño que atropello a un perro en alguna carretera posiblemente ocurra. Pero eso no quiere decir que yo hubiera estado en mi sueño en ese lugar y momento.
Sato: Es momento de decirles los límites del viaje. Ned, los chicos están prosperando.
Ned: Bien, esto es muy sencillo. Los sueños son sueños. Para viajar al futuro se tiene que estar bien consciente.
Mael: ¿Y qué más?
Ned: Nada más… Eso es todo.
Sato: Ahora a dormir.
Todos fueron a dormir menos Jariel. Él salió del campamento y regresó hasta después de la comida. Los demás pensaron que los ancianos le dirían algo, pero lo dejaron para el asombro de todos.
Los siguientes dos días, mientras los demás se metían en sus cabañas a tratar de entender, Jariel salía del campamento, corría a un lado y a otro, escribía cartas y más cartas, perdía el tiempo que los demás utilizaban en hablar con los ancianos.
Por fin llegó el día de las conclusiones. Había pasado una semana y era tiempo de averiguar el verdadero secreto. La misma sala que una semana antes los tenía cansados, hoy los impacientaba. A la misma hora, los dos ancianos entraron, y otra vez todos tomaron asiento en la mesa.
Ned: El plazo se cumplió. ¿Cuál es el secreto?
Mael: El secreto es que no se puede viajar al futuro. Todo este tiempo he disfrutado de los mejores momentos de mi pasado, he vivido varias veces cosas que ya no recordaba, pero del futuro, nada.
Goo: Yo viví un futuro de sueños en el que ahora entiendo que mi propia mente me pintó un panorama de lo que podía pasar, un futuro que en mi opinión generé de mi propio pasado, pero nada real.
Sato: Es sensato reconocer la realidad de la imaginación, y ése pudiera ser un buen paso para el aprendizaje, pero es sólo un paso de un camino enorme.
Tummy: ¿Saben?, me he dado cuenta de que para mi es más importante recordar mi niñez que cualquier otra cosa. En realidad nunca quise ir al futuro. En el pasado me encontré a mis padres; los extraño mucho, y no hice siquiera el intento de llegar más allá.
Jariel: Yo sin embargo si viajé al futuro.
Ned: ¿Cómo es eso, Jariel?
Jariel: Pues la realidad es muy sencilla. El pasado lo puede vivir, porque ya pasamos por él. Pero con el futuro es otra cosa; es un poco más complejo. El futuro no es más que el presente visto desde ayer. Pero tiene el más grande de los obstáculos: ¿cómo estar en un momento que aún no existe?
Sato: Sigue. La raíz no nos dice como es el árbol.
Jariel: Saben, el futuro llega cuando tú lo permites. Hace unos días, recordando mi pasado, me di cuenta de cosas que hice y que no hice. Me di cuenta de mis momentos tristes y mis momentos alegres, de mis angustias y de mis alegrías, y ¿saben que encontré?
Tummy: Hasta este momento lo mismo que nosotros, pero nada del futuro.
Jariel: Exacto, en mi pasado encontré que en mis peores momentos siempre hubo alguien a mi lado, muchas personas que sin darse cuenta viajaron de mi pasado a mi presente, personas que no entendían que estaban viajando en el tiempo, gente que ya murió, y que, sin embargo, cambió mi vida; por eso estos tres días dejé de recordar el pasado para viajar a l futuro. Me encargué de visitar a las personas que no veía hace tiempo, agradecí a quien me tendió la mano, pero en especial visité a quien necesita ayuda en este momento, porque eso te hace pasar al futuro. Desde hoy quiero dejar huella en lo que haga, quiero ayudar a dar pasos a un niño, porque no se si viviré para verlo correr. Hoy es el momento de hacer cosas, porque en la medida que las hagas, llegarás a estar presente aunque tus huesos sean lo único que quede.
Ned: Ése es el secreto más celosamente guardado, y ¿qué harás para viajar? Porque ésa es sólo la teoría.
Jariel: Ya lo he hecho. Hace tres días que estoy dejando testimonio de mi existencia, que estoy limpiando viejos roces, que estoy perdonando absurdos problemas, y, sobre todo, que estoy mejorando mi plan de vida, para que mañana pueda ser recordado por un buen testimonio. Así lo hicieron los grandes del pasado, y así quiero ser.
Ned: Jariel ha encontrado el secreto de secretos, y lo ha revelado a los demás. Desde aquí depende de cada uno el viajar al futuro o quedarse viviendo el pasado.
Así fue como Jariel viajó al futuro, y no es tan difícil de comprobar, pues, tú has viajado al pasado para conocerlo, y él te ha visitado en el futuro. Jariel murió hace unos días y, sin embargo, hoy ha estado contigo. No es un fantasma, ni un espíritu errante, en realidad hizo bien a la gente que lo rodeó, y la gente buena nunca es olvidada. Él ya está con el Señor, y tú tienes la oportunidad de hacer algo aún.
Viaja al futuro, haz algo por los demás hoy.